Llevo meses sin escribir, absorbida por la vorágine de la vida. Trabajo, atascos, más trabajo… La mente, cuando tiene un momento desocupado, necesita descansar y poco espacio queda, en el día a día, para la creatividad. Los versos se han escapado entre el humo de los coches, pero de vez en cuando, renace un atisbo de poema.
En esta ocasión, dediqué un poema a una persona sin hogar que acude al centro de día en el que ahora trabajo. Y dice así:
Qué fácil reírse del inocente,
del diferente o el indiferente,
qué fácil reírse de aquellos que expresan y sienten,
que viven su vida sin miedo a la gente,
ni a sus rumores,
ni a su mal ambiente.
Sonríen, disfrutan, viven el presente,
mientras otros se ríen
pues no lo comprenden.
¡Qué bello es ser libre
entre gente corriente!
(Crismitra)
Y ahora… a seguir rodando sin descanso…